Concklin (1995) ha esquematizado
la teoría del etiquetado. La perspectiva del etiquetado propone que una vez que se produce la
desviación primaria es decir, una infracción de la norma) el individuo puede ser catalogado
como desviado o delincuente. El etiquetamiento puede, según la teoría, influir sobre el
individuo reforzando su propio auto-concepto como desviado y facilitándole nuevas
oportunidades para el delito al incorporarle a contextos subculturales 8como sucede, por
ejemplo, cuando se produce su ingreso en un centro de justicia juvenil o en una prisión). Dentro
de la subcultura delictiva el individuo puede cambiar su auto-concepto a través de dos
mecanismos. Por una parte, mediante un proceso de asociación diferencial con otros sujetos en
sus mismas circunstancias. Por otra parte, mediante la interiorización de la etiqueta de desviado
o delincuente que le asigna la sociedad cuando le detiene, procesa y condena. En ambos casos se
hace relevante el interaccionismo simbólico (es decir, la adscripción, mediante los símbolos
verbales y de acción, de los ritos del etiquetamiento por el sistema de justicia que destacara
George H Mead en sus estudios antropológicos (Mead, 1934). Mediante todos estos
mecanismos (cambio del auto-concepto, nuevas oportunidades y marginación sub-cultural) el
proceso de etiquetamiento puede incrementar el problema, produciendo nuevos episodios de
desviación secundaria.
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